El fútbol colombiano vive días convulsos tras conocerse un presunto escándalo de apuestas que involucra al Deportivo Pasto. Diversos pantallazos y conversaciones filtradas han puesto en jaque la reputación del club nariñense, que ahora se ve obligado a enfrentar cuestionamientos sobre la integridad de sus encuentros. Lo que parecía un rumor se transformó en un asunto judicial y mediático de gran alcance.
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Todo el suceso inició con la revelación del presidente Óscar Casabón, quien aseguró tener evidencias de posibles irregularidades dentro del plantel. Según sus palabras, el tema ya fue trasladado a la Fiscalía para iniciar un proceso formal, buscando esclarecer lo sucedido. Casabón también manifestó que, tras exponer este caso, ha recibido amenazas que ponen en riesgo la integridad de quienes investigan.
Sin embargo, un nuevo episodio se ha sumado a la historia. El periodista Paulo César Paz fue quien difundió el material a través de la Agencia APP, mostrando mensajes que aluden a resultados específicos. En uno de ellos se lee “Primer tiempo 2-0”, mientras que en otro aparece la frase “cuando vaya a Pasto te escribo para que nos veamos, mi hermano”. Estos fragmentos no solo levantan sospechas sobre posibles amaños, sino que alimentan la preocupación de la hinchada y las autoridades.
De acuerdo con la información revelada, un jugador del plantel habría advertido a Casabón sobre conductas inadecuadas de algunos compañeros. Además de los mensajes filtrados, existirían audios y testigos protegidos que respaldarían las sospechas. Para muchos, la situación podría marcar un punto de quiebre en la forma como los clubes gestionan internamente la relación de los jugadores con el desarrollo de los partidos.
Desde la dirigencia del Deportivo Pasto se ha insistido en trasladar todo el material probatorio a entidades como la Dimayor, la FIFA y la propia Fiscalía, con el fin de garantizar transparencia. Casabón pidió “acompañamiento total” de estos organismos para que las investigaciones sean imparciales. La actitud oficial busca mostrar firmeza ante un tema que puede empañar la imagen del equipo.
Varios futbolistas han salido al paso para rechazar públicamente las acusaciones. Aunque la mayoría ha evitado entrar en detalles y ha negado las acusaciones a los medios sin profundizar en las preguntas planteadas. La situación ha generado un ambiente de incertidumbre dentro del camerino y obliga a todos los involucrados a varios momentos de incomodidad por los señalamientos.
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El caso representa un duro golpe para la credibilidad del torneo local y revive fantasmas del pasado, cuando ya se hablaba de amaños y apuestas ilegales. De comprobarse las irregularidades, podrían abrirse procesos disciplinarios tanto para jugadores como para directivos. Asimismo, quedaría en evidencia la urgencia de reforzar los mecanismos de control para preservar la esencia competitiva del deporte.
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Mientras las autoridades judiciales evalúan las pruebas y testimonios, la afición y los medios siguen de cerca cada novedad. El destino del club nariñense y de su plantilla dependerá del rumbo que tomen las indagaciones. De confirmarse los hechos, este episodio podría marcar un antes y un después en la supervisión del fútbol profesional en Colombia.