Era el 28 de noviembre de 2016 cuando el Chapecoense se trasladaba a Medellín, Colombia para jugar su respectivo partido de la final de la Copa Sudamericana frente a Atlético Nacional. Los brasileños quedaron campeones de dicha competencia sin jugar ninguno de los dos partidos de la serie.
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Lo que era un sueño para buscar el título en 180 minutos, terminó siendo una tragedia inigualable en la historia del fútbol. El avión que los transportaba desde Brasil, que curiosamente era el mismo que habían utilizado durante toda la Copa Sudamericana presentó varios fallos de combustible y otros temas técnicos justo en la excursión para jugar la final.
De los 77 pasajeros que estaban en el avión, solo seis representantes del Chapecoense sobrevivieron. Unos pudieron volver a jugar, otros no lograron seguir sus respectivas carreras. El que no acabó de ilusionarse fue Alan Ruschel, lateral izquierdo que ahora juega en el Juventude.
El defensor habló en una entrevista con Marca en donde indicó que se acuerda solo de lo que sucedió antes del accidente, que se pensaba que no iba a volver a jugar y que su esposa había previsto que algo bueno iba a suceder con él. Seguramente, se refería a que seguiría vivo.
LO QUE PASÓ EN HORAS PREVIAS DEL ACCIDENTE
Alan Ruschel recordó nueve años después todo lo que vivió con el Chapecoense en esa Copa Sudamericana que terminaron ganando como homenaje a lo sucedido en ese trágico trayecto rumbo a Medellín. El jugador de 36 años afirmó en Marca que, “yo me acuerdo de todo hasta el momento del impacto. Recuerdo que el piloto avisó que íbamos a aterrizar, hicimos una vuelta, otra vuelta, y nada... no aterrizábamos. De repente, en una de esas vueltas, se apagaron todas las luces del avión, quedó todo en silencio. Nadie gritó, no hubo pánico, solo esa sensación de “¿qué está pasando?””.
Recordó que hubo turbulencia y ahí fue cuando sonó una alarma del avión y ahí se le apagó todo. No supo lo que sucedió hasta despertar del coma. También afirmó que horas antes del viaje, no veían que hubiera problemas con el avión y que el trayecto a Medellín lo vivieron con música, cantando samba, conversando con Jackson Follmann, otro de los sobrevivientes, “todo muy tranquilo. El avión no tenía ningún problema”, afirmó.
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Ese mismo avión era el que los había transportado a lo largo de todo el torneo. Jugar la final era algo histórico para el club que apenas jugaba su primera Copa Sudamericana. Alan Ruschel describió lo que se vivía en cada vuelo, algo que le parecía curioso por la cantidad de gestiones que tenían que hacer para aterrizar y para contratar la aeronave.
Lo raro no era el avión, sino los trámites anteriores. Vivieron un sueño que fue cortado, “ya habíamos viajado con ese avión en la Sudamericana. No es que sospecháramos que estaba en mal estado, no. Lo que era raro era toda la burocracia para poder usarlo: que no podía aterrizar en Brasil, que teníamos que hacer mil gestiones para contratarlo… pero en ese momento todo era nuevo para el club. Era la primera vez que Chapecoense jugaba una copa internacional, en vuelos chárter, el escudo del club en el avión… todo era un sueño para nosotros. Nadie pensó nunca que podría pasar lo que pasó”.
LA SUPERSTICIÓN DE SU ESPOSA Y EL VOLVER A CAMINAR
Después de un partido ante Palmeiras días previos al partido de la final de la Copa Sudamericana, la esposa había sentido que, “cuando terminé el partido mi esposa me dijo que sentía que algo muy bueno iba a pasar conmigo. Yo pensé: “será que voy a ser titular en la final”. Pero al final lo bueno fue sobrevivir al accidente… no era lo que imaginábamos”.
Los primeros exámenes indicaban que no iba a volver a jugar por un tema en su espalda. Alan Ruschel recordó que, “sí, eso fue el médico de Chapecó. Cuando vio las imágenes, me contó después que pensó que yo había perdido la movilidad para siempre, que no volvería a caminar.
Dijo que la lesión en la columna era tan grave que probablemente había afectado la médula. Cuando llegó al hospital, él me hizo una prueba: tomó una aguja y empezó a pincharme el pie para ver si yo sentía algo. Yo sentí. Y ahí él dijo: “Vale, entonces hay una gran posibilidad de que vuelva a caminar””. Después de diez días volvió a ponerse de pie.
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Se recuperó, volvió a jugar en Chapecoense años después y ahora sigue vigente con el Juventude de Brasil. Recordó cuando un directivo soltó que Alan Ruschel solo estaba en Chapecó por lástima, “eso me dolió, sinceramente. Porque yo sé lo que trabajé para volver a jugar. Si ese directivo pensaba así y su voz tenía peso dentro del club, preferí pedir para salir y buscar otro camino.
Quiero contar algo para que se entienda la situación del club en aquel momento. Para que tenga una idea, el billete de avión del Neto (otro superviviente) para jugar contra el Barça no estaba comprado. El mío para llevar a mi esposa tampoco. La compramos con nuestro propio dinero. Mi esposa, el Neto, Follmann… todos pagamos de nuestro bolsillo.
Eso muestra que la institución es una cosa y las personas que la dirigen son otra. En aquel momento, la gente que estaba en el club no estaba preparada para asumir la responsabilidad tan grande que tenía el club después de todo lo que había pasado”.