París Saint-Germain volvió a demostrar su capacidad para resurgir en los momentos más adversos, adjudicándose la Supercopa de Europa 2025 tras imponerse al Tottenham en una dramática tanda de penales. El duelo, disputado en el Stadio Friuli de Udine, terminó 2-2 en el tiempo reglamentario y se resolvió con un 4-3 desde los once metros, en un partido que combinó dominio inglés, reacción francesa y un final de película.
Desde el inicio, el conjunto dirigido por Thomas Frank mostró una propuesta agresiva y bien estructurada. El Tottenham presionó alto, controló la posesión y encontró en el balón parado su principal arma ofensiva. El primer golpe llegó en el cierre de la primera mitad, cuando Micky van de Ven apareció en el área para abrir el marcador, castigando la pasividad defensiva parisina y generando dudas sobre el once alternativo que presentó Luis Enrique.
La segunda mitad comenzó con la misma inercia. El equipo londinense aprovechó su fortaleza en los duelos aéreos y amplió la ventaja gracias a un certero cabezazo de Cristian Romero. Con el 2-0 y el control de las acciones, el Tottenham parecía encaminarse a su primer título continental, obligando al PSG a buscar soluciones rápidas desde el banquillo para evitar la derrota.
Lejos de rendirse, el cuadro parisino encontró una vía para revertir la historia. La entrada de piezas frescas y el empuje de jugadores como Lee Kang-in y Ousmane Dembélé cambiaron el ritmo del encuentro. A cinco minutos del final, un potente remate de Lee Kang-in desde la frontal acortó distancias y encendió la esperanza francesa, aprovechando un momento de desconcentración defensiva en el equipo inglés.
El tiempo añadido fue un torbellino. El PSG se lanzó con todo al ataque y en una de las últimas acciones, Ousmane Dembélé sirvió un centro medido que Gonçalo Ramos convirtió de cabeza para sellar el 2-2. La reacción, casi milagrosa, forzó una tanda de penales que pocos imaginaban minutos antes y que cambió por completo el guion del partido.
En la definición desde el punto blanco, los parisinos mostraron mayor temple. El Tottenham falló dos lanzamientos clave, ejecutados por Micky van de Ven y Mathys Tel, mientras que el PSG mantuvo la eficacia. El remate decisivo llegó desde los pies de Nuno Mendes, que aseguró el 4-3 y encendió la euforia de los jugadores y la afición francesa desplazada a Italia.
Este título tiene un significado especial para el París Saint-Germain, ya que se convierte en el primer equipo francés en levantar la Supercopa de Europa. Además, representa la confirmación de un ciclo ganador que en la temporada anterior incluyó la Champions League, la Ligue 1, la Copa de Francia y el Trophée des Champions. La apuesta de Luis Enrique por un once con varias rotaciones, incluida la presencia del portero Lucas Chevalier en lugar de Gianluigi Donnarumma, generó polémica previa, pero terminó siendo clave gracias a las intervenciones del guardameta en los momentos decisivos.
Por el lado del Tottenham, la derrota deja una mezcla de orgullo y frustración. El equipo mostró solidez táctica, capacidad de presión y eficacia en jugadas de estrategia, pero no logró sostener el resultado en los minutos finales. El estreno oficial de Thomas Frank en el banquillo deja sensaciones positivas, aunque también la evidencia de que la gestión de ventajas en partidos de alta tensión sigue siendo un punto a mejorar.
Más allá del resultado, la final ofreció un espectáculo de alta intensidad, con contrastes claros entre la disciplina inicial del conjunto inglés y la capacidad de reacción del campeón francés. El PSG, que por momentos parecía resignado a la derrota, demostró que la resiliencia y el talento individual pueden cambiar cualquier partido. Jugadores como Lee Kang-in, Gonçalo Ramos y Lucas Chevalier fueron determinantes en un desenlace que quedará grabado en la memoria de los aficionados.
La noche en Udine confirma que el París Saint-Germain sigue siendo uno de los grandes protagonistas del fútbol europeo, capaz de responder a la presión con carácter y precisión. Para el Tottenham, la experiencia servirá como lección de cara a una temporada en la que buscará consolidarse en la élite y transformar las buenas sensaciones en títulos. En cualquier caso, la Supercopa de Europa 2025 dejó una historia digna de su prestigio: un duelo vibrante, un final inesperado y un campeón que supo renacer en el momento justo.