Barcelona tuvo que apelar al carácter para revertir un duelo que comenzó torcido ante un Eintracht Frankfurt valiente, disciplinado y decidido a incomodar al gigante catalán. El cierre de la fase de liga de la UEFA Champions League encontraba a ambos clubes con urgencias distintas, pero con la absoluta necesidad de evitar errores.
Desde el arranque del compromiso, el conjunto azulgrana trató de imponer su sello, aunque el trámite no tardó en demostrar que no sería una tarde sencilla. De hecho, la primera gran emoción vino acompañada de frustración: un remate de Robert Lewandowski terminó en gol, pero la acción quedó invalidada por fuera de lugar. Fue el primer indicio de que los locales necesitaban algo más que posesión —que superó el 70% en buena parte del encuentro— para dar un golpe real sobre la mesa.
A medida que avanzaban los minutos, los alemanes comprendieron que podían lastimar a un adversario que controlaba la pelota, pero no los espacios. Así llegó el primer golpe. Una contra perfectamente ejecutada terminó en los pies de Ansgar Knauff, quien definió al minuto 21 para firmar el 0-1. El silencio que cayó en la grada evidenció el desconcierto por el rendimiento blaugrana y la efectividad del planteamiento rival.
Conforme se acercaba el descanso, el ambiente se transformaba en inquietud. El Eintracht resistía cada intento del Barça y mantenía una solidez defensiva admirable. El público esperaba una reacción inmediata tras el entretiempo, consciente de que una derrota complicaría la posición del club en el torneo continental.
En otras noticias
A la vuelta de los vestuarios, la actitud fue distinta. El equipo catalán mostró otra energía, más agresiva y menos predecible. Y la recompensa llegó muy pronto. Un centro preciso encontró la cabeza de Jules Koundé, quien igualó el partido al minuto 50 con un frentazo contundente. Esa acción despertó al estadio y, sobre todo, al mismo defensor francés, que vivió una noche inesperadamente protagonista.
Solo tres minutos después, el central volvió a aparecer como un delantero de élite. Aprovechó un balón parado y conectó otro cabezazo implacable para poner el 2-1, completando una remontada que pareció relajar al Barça, pero también encendió las alarmas en el banco visitante. Los alemanes acusaron el golpe, aunque nunca renunciaron a presionar en los tramos finales.
Mientras avanzaba el encuentro, las estadísticas empezaron a reflejar lo ocurrido en el césped: más de una decena de remates culés frente a las contadas aproximaciones de la visita, varios tiros de esquina a favor del Barcelona y pocas oportunidades claras generadas por el elenco germano. Aun así, la participación del portero rival mantuvo el marcador ajustado hasta el pitazo definitivo.
Al concluir el duelo, quedó claro que la figura indiscutida fue Koundé, héroe inesperado con un doblete que rescató a los catalanes en una cita crucial. El triunfo los mantuvo con vida en la Champions, mientras que el Frankfurt se marchó con la sensación de haber dado todo, pero sin la contundencia necesaria.
En resumen, el compromiso dejó una mezcla de alivio y advertencia para el Barcelona: salió adelante gracias a su fortaleza en acciones aéreas, pero dejó expuestas varias dudas defensivas. Con el torneo entrando en definiciones, el desafío será encontrar solidez, continuidad y una identidad más clara. El resultado fue favorable, pero el camino aún exige mucho más.

