La eliminación de Boca Juniors en la fase de grupos del Mundial de Clubes FIFA 2025 ha sacudido al mundo del fútbol sudamericano. El conjunto argentino quedó fuera del certamen luego de igualar 1-1 frente al modesto Auckland City, resultado que sentenció su despedida prematura con apenas dos puntos en tres encuentros. Más allá del impacto deportivo, la decepción también ha alcanzado a nivel institucional y anímico.
Uno de los focos principales de la atención fue Edinson Cavani, quien por primera vez fue titular en este torneo. El delantero uruguayo, fichado como una de las grandes apuestas para este semestre, no logró influir en el juego durante el primer tiempo y fue reemplazado al descanso. Aislado y sin conexión con el resto del equipo, su rendimiento fue discreto y terminó siendo símbolo de la falta de contundencia que padeció el conjunto dirigido por Miguel Ángel Russo.
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A lo largo del compromiso, Boca mantuvo la posesión del balón, 74 % del tiempo, generó 41 remates al arco y dominó territorialmente. No obstante, la superioridad estadística jamás se tradujo en efectividad. Centros imprecisos, decisiones erráticas y una alarmante falta de profundidad ofensiva hicieron que el empate ante un equipo semiprofesional resultara inevitable.
El único tanto Xeneize llegó de manera fortuita: un autogol de Nathan Garrow, provocado tras un tiro de esquina ejecutado por Di Lollo que rebotó en el travesaño y desató el desconcierto en la defensa rival.
Sin embargo, el festejo fue efímero. Apenas iniciado el segundo tiempo, el neozelandés Christian Gray, un futbolista que además ejerce como profesor en su país, marcó de cabeza el gol del empate. Poco después, una tormenta eléctrica obligó a suspender momentáneamente el encuentro. Tras la reanudación, Boca siguió sin encontrar respuestas y su eliminación se consumó con el triunfo simultáneo del Benfica en el otro partido del grupo.
La reacción de los medios y los hinchas fue inmediata. El resultado fue calificado como uno de los fracasos más estrepitosos del club en la última década. La imagen de Boca, un histórico del continente, quedó severamente golpeada al no poder superar a un rival amateur. Pero lo que generó aún más revuelo fue la reacción de Edinson Cavani al finalizar el encuentro.
En declaraciones posteriores, el delantero minimizó la gravedad del resultado. “No creo que haya sido tan decepcionante. Tuvimos la pelota, fuimos protagonistas”, señaló. Además, justificó las dificultades del equipo mencionando que el rival se defendió con diez hombres en el área y que las condiciones climáticas afectaron el rendimiento.
Sus palabras, lejos de tranquilizar el ambiente, causaron indignación en parte de la afición, que esperaba autocrítica y responsabilidad por parte de uno de sus referentes.
Cavani también intentó mirar hacia adelante y transmitir un mensaje de unidad: “A la gente le digo que nos siga apoyando. Vamos a dar todo para que las cosas cambien”. Sin embargo, la sensación generalizada es que el golpe ha sido profundo. Jugadores como Carlos Palacios y Miguel Merentiel tampoco brillaron, y el equipo mostró falencias estructurales que preocupan de cara a lo que viene.
Ahora, la dirigencia y el cuerpo técnico deberán trabajar contrarreloj para recomponer al plantel. La falta de verticalidad, el nulo desequilibrio en el último tercio de la cancha y la incapacidad para resolver ante bloques defensivos cerrados son algunos de los aspectos que urgen solución. La eliminación, además de ser deportiva, representa un revés económico duro y deja a Boca sumido en cuestionamientos.
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Lo ocurrido en el duelo ante Auckland City ha sido catalogado como un auténtico “terremoto” para Boca. Más que una eliminación, fue una sacudida que deja en evidencia una crisis profunda.