El Cúcuta Deportivo volvió a sonreír. Luego de años de sufrimiento, de crisis administrativa y de un descenso que terminó en desafiliación, el equipo motilón selló su regreso a la primera categoría al derrotar por penaltis a Real Cundinamarca en un cierre dramático del torneo de ascenso.
Una victoria que borra heridas
El rojinegro regresó a casa, tras reconstruirse desde abajo, superar deudas, sanciones y un proceso que parecía interminable, Cúcuta vuelve a ocupar el lugar que su historia reclama, la primera división del fútbol colombiano.
En el campo, la tensión se respiró hasta el último cobro, Real Cundinamarca, rival fuerte de esta temporada, llevó al límite a un equipo que estaba obligado a responder y así fue. Con carácter y precisión desde los doce pasos, se selló el ascenso que toda una ciudad esperaba.
Rivalidad reactivada: Bucaramanga fue uno de los primeros en celebrar… y provocar
Apenas se confirmó el ascenso, uno de los mensajes más llamativos en redes llegó desde el vecino histórico, Atlético Bucaramanga. La rivalidad santandereana estuvo parada más de cinco años, pero ya volvió a latir.
El club leopardo publicó:
“Felicidades al Cúcuta por su ascenso a primera. El ascenso llegó… tarde. El clásico también. ¡Nos vemos en la cancha!”
Un guiño de bienvenida con clara dosis de picante, recordando el largo tiempo sin enfrentamientos oficiales y la caída administrativa del equipo fronterizo.
Las reacciones no tardaron y el Cúcuta, fiel a su identidad, respondió con la misma chispa:
“Gracias, a veces las cosas llegan tarde, tú lo sabes. Nos vemos en la cancha”.
Una frase que hizo alusión al título de Bucaramanga en 2024, el primero en 75 años de historia.
El Cúcuta vuelve donde pertenece
Lo que para muchos era una nostalgia, ahora es una realidad, el Clásico del Oriente vuelve en 2026. Un duelo que siempre fue más que fútbol: orgullo regional, identidad y una rivalidad que atravesó generaciones.
La misión en la A será complicada: rearmar la plantilla, estabilizar el proyecto y recuperar la competitividad de antaño. Pero hoy, la ilusión pesa más que cualquier preocupación.