La FIFA busca cambiar la interpretación del fuera de juego. En el centro del debate aparece Arsène Wenger, exentrenador del Arsenal y actual Director de Desarrollo del Fútbol Mundial en la FIFA, quien impulsa una iniciativa que ya genera expectativa, resistencia y un profundo análisis.
La propuesta, conocida popularmente como Ley Wenger, busca modificar la manera en la que se sanciona el offside. La idea es clara: un atacante solo será sancionado si todo su cuerpo con el que puede jugar el balón está por delante del último defensor.
De esta manera, se eliminarían decisiones basadas en milímetros, esas que en los últimos años han provocado frustración en futbolistas, entrenadores y aficionados debido a la precisión extrema del VAR.
Durante décadas, el fuera de juego ha sido interpretado bajo una lógica que prioriza el más mínimo detalle anatómico. Un hombro adelantado, una rodilla apenas fuera de línea o la punta de un botín han sido suficientes para invalidar goles espectaculares.
Wenger considera que esa rigidez atenta contra la esencia del juego y el espíritu ofensivo. En palabras del propio francés, “el fútbol debe premiar la intención de atacar y no castigarla por diferencias imperceptibles”.
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El avance de esta reforma no es improvisado. Desde la IFAB (International Football Association Board), organismo encargado de definir las reglas del juego, se han venido realizando pruebas y debates internos.
La FIFA, con Gianni Infantino a la cabeza, respalda el proceso y entiende que el fútbol moderno necesita ajustes que lo hagan más atractivo, dinámico y comprensible para el espectador promedio. “Queremos un juego más fluido, con más goles y menos discusiones interminables”, ha señalado el presidente del máximo ente rector.
Uno de los puntos clave de esta iniciativa es su impacto en el espectáculo. Los defensores del cambio sostienen que favorecerá a los atacantes, incentivará las jugadas ofensivas y reducirá la cantidad de goles anulados por decisiones casi quirúrgicas.
Además, permitiría que la tecnología se utilice como una herramienta de apoyo y no como un elemento que complique aún más la interpretación arbitral.
Sin embargo, no todo es entusiasmo. Existen voces críticas que alertan sobre un posible desequilibrio táctico. Algunos entrenadores consideran que esta modificación podría afectar la estructura defensiva, obligando a replantear conceptos como la línea adelantada y la presión alta.
Otros temen que se genere una ventaja excesiva para los delanteros, alterando la esencia estratégica que ha caracterizado al fútbol durante más de un siglo.
El calendario también juega un papel fundamental. La IFAB discutirá formalmente esta propuesta en sus próximas reuniones, y de recibir el visto bueno, podría implementarse de manera progresiva a partir de la temporada 2026-2027.
Incluso, no se descarta que el Mundial de 2026, que se disputará en Estados Unidos, Canadá y México, sirva como escenario para estrenar esta nueva interpretación del reglamento, aunque esa posibilidad aún no ha sido confirmada oficialmente.
Más allá del fuera de juego, el debate reglamentario incluye otros ajustes que buscan modernizar el deporte. Entre ellos se analizan medidas para reducir la pérdida de tiempo, mejorar la comunicación entre árbitros y capitanes, y optimizar el uso del VAR en jugadas específicas.

