Yaser Asprilla arribó al fútbol español rodeado de expectativas altas y discursos optimistas. Girona apostó fuerte por el joven mediocampista colombiano con la convicción de haber asegurado a una de las promesas más llamativas del balompié sudamericano.
Sin embargo, el panorama cambió de forma drástica y hoy el club catalán enfrenta un escenario complejo, tanto en lo deportivo como en lo financiero, debido al marcado descenso en la cotización del jugador.
Cuando el equipo de Montilivi cerró su fichaje, la operación fue presentada como “una inversión estratégica a largo plazo”. Procedente del Watford inglés, el volante ofensivo llegaba con cartel, juventud y una proyección que justificaba una cifra cercana a los 18 millones de euros.
La idea era clara: potenciar su talento en LaLiga y, con continuidad, elevar su valor de mercado. No obstante, la realidad del campeonato español terminó siendo más exigente de lo esperado.
El rendimiento colectivo de Girona ha sido irregular y la lucha por mantenerse alejado de los puestos de descenso ha condicionado las decisiones técnicas.
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En ese entorno, el futbolista colombiano no logró consolidarse como titular habitual ni convertirse en el desequilibrante que muchos imaginaban.
Sus apariciones fueron intermitentes, con pocos minutos acumulados, escasa influencia en el marcador y una adaptación que avanzó más lento de lo previsto.
Medios especializados comenzaron a reflejar una caída significativa en su valoración, situándola alrededor de los 12 millones de euros, un golpe duro para un club que esperaba revalorizar su activo.
Más allá del aspecto deportivo, el descenso en la tasación generó un dilema en los despachos. Girona necesita equilibrar sus finanzas y, al mismo tiempo, optimizar su plantilla.
Mantener a un jugador costoso, sin el impacto esperado en el campo, se convirtió en un tema de debate interno. Desde el entorno del club se filtró que “no se descarta escuchar ofertas” si estas resultan convenientes para todas las partes.
La situación se complica aún más por la llegada de nuevos refuerzos y la necesidad de liberar cupos, especialmente de futbolistas extracomunitarios. En ese contexto, la posible salida del mediocampista cafetero aparece como una alternativa real en el próximo mercado europeo.
Pese al momento discreto, el talento sigue ahí y no pasa desapercibido. Clubes de Alemania, Portugal e Inglaterra han seguido de cerca su evolución y ven en él una oportunidad de mercado: un jugador joven, con experiencia internacional y margen de crecimiento, disponible por un valor inferior al que tenía hace apenas un año.
Para el entorno del futbolista, un cambio de aire podría ser clave. La prioridad es clara: sumar minutos, continuidad y confianza. Solo así podrá recuperar su mejor versión y volver a posicionarse como una alternativa sólida para la Selección Colombia, especialmente pensando en el camino hacia el Mundial de 2026.
Aun así, la edad juega a su favor. Con contrato vigente hasta 2030, el margen de maniobra existe. En Girona saben que vender ahora implicaría asumir pérdidas, pero también entienden que insistir sin un plan claro puede prolongar el problema.

