Fernando Gaviria, uno de losvelocistas más reconocidos del ciclismo colombiano, atraviesa un momento complejo que trasciende lo estrictamente deportivo. El antioqueño, acostumbrado a ser noticia por sus llegadas explosivas y sus triunfos en las grandes vueltas, hoy ocupa titulares por una decisión judicial en Mónaco que ha generado debate, reflexión y preocupación en el entorno del deporte de alto rendimiento.
El caso se originó el 22 de octubre de 2025, cuando el ciclista fue detenido por las autoridades del Principado tras cometer varias infracciones de tránsito. Según el informe oficial, el corredor incurrió en maniobras irregulares como cruzar líneas continuas, no respetar la prelación vial e incluso circular en sentido contrario.
Estas acciones encendieron las alarmas de la policía, que procedió a realizarle una prueba de alcoholemia con un resultado contundente: 2,40 gramos de alcohol por litro de sangre, una cifra muy superior a la permitida por la ley local.
Durante la audiencia, el presidente del tribunal fue enfático al describir la gravedad de la situación. En una declaración que marcó el tono del fallo, señaló que con ese nivel de alcohol “usted es un peligro público”, agregando que estaba “a una o dos copas de entrar en coma”. Estas palabras reflejaron no solo la severidad del acto, sino también el riesgo potencial al que se expuso el propio deportista y a terceros.
El fallo judicial impuso una condena de dos meses de prisión condicional, lo que significa que no deberá cumplir la pena en un centro penitenciario siempre y cuando no reincida. Además, se le aplicó una multa económica de 5.000 euros y una prohibición para conducir durante dos años en territorio monegasco. Aunque la sanción no implica cárcel efectiva, el impacto mediático ha sido inmediato y profundo.
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En su comparecencia ante el juez, Gaviria reconoció los hechos y expresó arrepentimiento. Sin abogado defensor, explicó que atravesaba un periodo de estrés profesional y dificultades familiares, sumado a la falta de descanso. El propio ciclista admitió que se trató de “un error” y aceptó que ese comportamiento no corresponde a la vida que debe llevar un atleta de élite, palabras que fueron recogidas por los medios presentes.
El contexto deportivo hace que este episodio resulte aún más delicado. Apenas horas antes de conocerse la sentencia, se había confirmado su vinculación con el Caja Rural-Seguros RGA para la próxima temporada, un movimiento que representaba una nueva oportunidad tras su salida del Movistar Team. La coincidencia temporal entre el anuncio del fichaje y la condena judicial convirtió la noticia en un golpe doble para la imagen del corredor.
Desde lo estrictamente competitivo, el pedalista viene de años irregulares, lejos de aquella versión dominante que brilló en el Giro de Italia y otras competencias World Tour. Lesiones, falta de continuidad y resultados esquivos ya habían puesto su nombre en discusión dentro del pelotón internacional. Este episodio extradeportivo añade una carga adicional a un proceso de reconstrucción que ya era exigente.
Mientras algunos aficionados lamentaron que una figura emblemática del deporte nacional se vea envuelta en este tipo de situaciones, otros analistas llamaron a la reflexión sobre la presión constante que enfrentan los atletas profesionales, sin que ello signifique justificar conductas irresponsables.
Más allá de la sanción legal, el verdadero desafío para Fernando Gaviria será recuperar credibilidad y estabilidad, tanto en lo personal como en lo deportivo. El ciclismo le ofrece una nueva salida, pero el margen de error es cada vez más estrecho.

